miércoles, 4 de septiembre de 2013

UNA LARGA PERO FLOJA EXCUSA Y UN DESAPASIONADO PERO PROFUNDO ¡GIBRALTAR ESPAÑOL!

FOTO: ecodiario.eleconomista.es

Las excusas son como los culos, todo el mundo tiene uno. Dejando esto claro, la verdad es que desde que volví de Afganistán no he logrado escribir una sola letra en este blog. Hice un paréntesis en mi silencio para decir adiós a tres compañeros legionarios y volví a mi “cueva” de eremita.  Cualquier cosa me parece banal comparada con la situación socio-político-económica —crisis moral y de valores al fin y al cabo— que estamos viviendo. Desde que llegué, y de eso hace ya más de seis meses, atiendo atónito a un diario y continuo “más difícil todavía” en todos los frentes. El problema es que cuando, bien “calentito”, he intentado escribir sobre alguno de estos temas de actualidad, se han encendido todas las luces de alarma (traducidas rapidamente en una potente colleja de mi mujer llamándome inconsciente). La Ley Orgánica 9/2011, de 27 de julio, de derechos y deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas me lo deja bien claro, a mí y al resto de los militares. Su artículo 7 sobre neutralidad política y sindical, dice así:
FOTO: www.ejercito.mde.es
1. El militar está sujeto al deber de neutralidad política. No podrá fundar ni afiliarse a partidos políticos y mantendrá una estricta neutralidad pública en relación con la actuación de los partidos políticos.
2. El militar no podrá ejercer el derecho de sindicación y, en consecuencia, no podrá fundar ni afiliarse a sindicatos ni realizar actividades sindicales. Tampoco permitirá su ejercicio en el ámbito de las Fuerzas Armadas, salvo las que para el personal civil se contemplan en la Ley Orgánica 11/1985, de 2 de agosto, de libertad sindical y demás legislación aplicable. En todo caso mantendrá su neutralidad en relación con la actuación de los sindicatos.
Los miembros de las Fuerzas Armadas no podrán recurrir a los medios propios de la acción sindical, entendida como negociación colectiva, adopción de medidas de conflicto colectivo y ejercicio del derecho de huelga. Tampoco podrán realizar acciones sustitutivas o similares a este derecho, ni aquellas otras concertadas con el fin de alterar el normal funcionamiento de las unidades de las Fuerzas Armadas.


Y por si acaso a alguno no le hubiese quedado suficientemente claro, más tarde, en su artículo 12 sobre libertad de expresión e información, dice lo siguiente:

1. El militar tiene derecho a la libertad de expresión y a comunicar y recibir libremente información en los términos establecidos en la Constitución, sin otros límites que los derivados de la salvaguarda de la seguridad y defensa nacional, el deber de reserva y el respeto a la dignidad de las personas y de las instituciones y poderes públicos.
2. En cumplimiento del deber de neutralidad política y sindical, el militar no podrá pronunciarse públicamente ni efectuar propaganda a favor o en contra de los partidos políticos, asociaciones políticas, sindicatos, candidatos a elecciones para cargos públicos, referendos, consultas políticas o programas u opciones políticas.[1]
3. En los asuntos estrictamente relacionados con el servicio en las Fuerzas Armadas, los militares en el ejercicio de la libertad de expresión estarán sujetos a los límites derivados de la disciplina.

Mi compañera de gimnasio saluda satisfecha tras
gritar sus consignas.
No se puede negar la puntería del legislador. Parece como si hubieran querido incluir en un par de líneas a todos los personajes de las portadas de los periódicos de los últimos meses. Y lo ha logrado. Vamos, que me ha dejado espacio para dar caña al presidente de mi comunidad de vecinos por dejación de responsabilidades, protestar por la elección fraudulenta del delegado de clase de mi hija y mostrar mi indignación por la campaña que una militante feminista de mi gimnasio quiere hacer en contra de la depilación. “Deja que tu vello se exprese” —grita la tía.

Ahora en serio. En efecto, los militares vivimos en un silencio más o
menos forzado. Hasta cierto punto debe ser así, aunque haya muchísimo que hacer en aspectos de comunicación interna y externa de la Institución y, por qué no, en meditar un poco esa delimitación “preventiva” de la libertad de expresión que algunos se traen entre manos. Pero, como he dicho, debemos vivir en silencio sólo hasta cierto punto. En aquellos temas de peso en los que fuera necesario salir en defensa del colectivo militar, el Mando, escrito con mayúsculas, el top brass que dicen los anglófonos, es el que debería hablar por todos nosotros. Con todo el respeto, pero con todo el derecho y la dureza de representar al colectivo silente que les aupó con su trabajo a esos puestos de responsabilidad y, también, con toda la lealtad debida hacia el pueblo al que tendrán que defender si vienen mal dadas. Exactamente igual que ocurre en la mayoría de las democracias occidentales. La diferencia es que por ahí fuera no ven en sus militares los fantasmas que todavía hoy atemorizan a más de uno en este querido suelo patrio[2].


FOTO: EFE en www.elpais.com
Eso no significa que tenga simpatía por personajes como el coronel Martínez Inglés o el subteniente Bravo, adalides de una libertad de expresión en mi opinión mal entendida. Más aún, me repugnan, ambos, sobremanera. Como tampoco soporto a personajes que fueron ese Mando con mayúscula y tuvieron en su mano, no la solución que es inabarcable individualmente, pero sí el poner su granito de arena en dar luz en esta compleja situación. No lo hicieron entonces y ahora se rasgan las vestiduras y nos dan “la de moral” escribiendo artículos de opinión en periódicos de tirada nacional o en revistas especializadas, olvidando que los que estuvimos bajo su mando también sabemos leer y que, a diferencia de ellos, tenemos memoria. En fin, no me quiero encender (mi mujer está calentando muñecas a mi espalda)… Para otros temas
FOTO: www.tiempodehoy.com
menores, todos los militares, incluidos los dos perlas que he nombrado antes, sabemos las reglas del juego y los límites del campo. He leído, en innumerables ocasiones, “cartas al director” publicadas en periódicos de tirada nacional excepcionalmente escritas por militares en activo.  Oficiales y suboficiales. No hace falta ningún tipo de acción preventiva. Al que se pase se le aplica la normativa y legislación vigente, y punto. Sin acritud.

Escribo todo esto para salvaguardar el poco prestigio intelectual que me quede tras esta “sequía creadora” que he pasado y por ocuparme, de aquí en adelante y en estos tiempos turbulentos, de “otros temas” ajenos a los considerados de primera línea. Sí, reconozco que en relativamente poco tiempo logré acostumbrarme otra vez a la vida en la “civilización” tras la misión en Afganistán: horarios, familia, alimentación, clima, actividad (o, mejor dicho, descanso)… Fue un suave aterrizaje en todo… salvo en una cosa: No he sido capaz de digerir la pútrida atmósfera en la que vivimos. Y no me refiero a la contaminación atmosférica, que, para mierda, la que respiraba, literalmente, en Kabul. Hasta aquí mi patética excusa.

Calle "Gibraltar Español" en Balsicas. FOTO: www.elhistorias.com
Dicho todo esto, hoy quiero escribir sobre Gibraltar (¡español!). No es un secreto para el lector de este blog que tengo cierta simpatía por los británicos. Por el Ejército británico para ser más exactos. Son eficientes, eficaces, prácticos y valientes. Sinceramente, no son de los que me gustaría tener enfrente aunque, si tiro de árbol genealógico hacia atrás, seguro que alguno de mis ancestros le metió la faca entre las costillas a algún hijo de la Pérfida Albión o murió reventado por un cañonazo de alguno de sus navíos con patente de corso. Todo ello sin menoscabo de las especialidades de la casa que fueron los gabachos, los mambises y los rifeños.

Pero, salvando la incongruencia histórica que supone la existencia de
FOTO: espaciossecretos.com
una colonia en Europa, 
nuestro problema principal no creo que sean los británicos (entendidos como los habitantes de las Islas Británicas). Incluso con su cada vez más inútil intento de mantener una pose imperial que hace mucho tiempo que perdieron. El problema, en mi humilde opinión, es el memo de turno que gobierna La Roca, que realiza acciones unilaterales y que, en el nombre de su Graciosa Majestad, arrastra al gobierno de su metrópoli a terrenos pantanosos que preferiría obviar. El perfil de este tipo de bodoques lo conocemos perfectamente aquí porque tiene la misma “huella genética” que la fauna independentista-nacionalista autóctona. Nada más hay que haberles visto durante este último mes, inconfundibles, con qué vehemencia han mostrado su apoyo incondicional al señor Picardo.  Casi pleitesía enfermiza. Cualquier excusa es buena para posicionarse en contra del país que les da de comer. En fin, son esa “Quinta Columna” con la que debemos vivir todos los españoles de bien.

Gibraltar se incorporó a la Corona de Castilla en 1309. Su escudo fue concedido por los Reyes Católicos en 1502. Creo que su españolidad original es indiscutible. Lo que es ahora[3] o lo que supuso el Tratado de Utrecht en 1713[4] para España creo que está fuera de toda duda y es conocido por todos. La línea política seguida de forma más o menos forzada, más o menos voluntaria, desde que en aquel año salieran los pobladores españoles hacia Algeciras y lo que más tarde serían las poblaciones de San Roque y Los Barrios, ha sido, en general y salvo honrosas excepciones, bastante condescendiente. El último asedio español finalizó, tras cuatro años, allá por 1783, con similares resultados a los intentos anteriores[5]Fue la última vez que se intentó, seriamente, utilizar la fuerza como instrumento en la resolución de este conflicto. Desde aquella primera década del siglo XVIII, los españolitos fuimos cogiendo velocidad en la carrerilla hacia nuestro desplome del 98 y los ingleses, nuevos amos del “tinglao” y muy “venidos a más”, iniciaron su expansión en todos los frentes. Gibraltar (¡español!) incluido. Así, paulatinamente en estos tres siglos y ante nuestra mirada un poco bobalicona, han ido ampliando la extensión ocupada, tanto en el istmo como en el propio mar, cuyas aguas fuera del puerto jamás les pertenecieron: La Torre del Diablo y el Molino Viejo, la zona neutral, la Línea de Contravención, la verja, el aeropuerto, las ampliaciones del puerto, los rellenos en la bahía, el nuevo espigón… Se calcula que Gibraltar ha multiplicado por cuatro la extensión cedida oficialmente en Utrecht.

Como digo, la postura oficial española ha sido la habitual, siempre más
Ampliaciones de Gibraltar. Fuente: www.5wk.com
preocupados en 
pegarnos entre nosotros que en mantener cierta coherencia temporal en nuestra política exterior. Siempre con una convicción relativa en nuestras fuerzas y argumentos cuando no con un descarado derrotismo o un “buenismo” estúpido y acomplejado[6]. Siempre con un compatriota dispuesto a darte la puñalada trapera desde atrás, eso que tanto asombra al negociador extranjero que, atónito, asiste a la escenificación de la “cainita” española.

Pero antes de seguir, veamos qué dice sobre el tema el Tratado de Utrecht en su artículo X:
El Rey Católico, por sí y por sus herederos y sucesores, cede por este Tratado a la Corona de la Gran Bretaña la plena y entera propiedad de la ciudad y castillo de Gibraltar, juntamente con su puerto, defensas y fortalezas que le pertenecen, dando la dicha propiedad absolutamente para que la tenga y goce con entero derecho y para siempre, sin excepción ni impedimento alguno. 
Pero, para evitar cualquiera abusos y fraudes en la introducción de las mercaderías, quiere el Rey Católico, y supone que así se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra. Y como la comunicación por mar con la costa de España no puede estar abierta y segura en todos los tiempos, y de aquí puede resultar que los soldados de la guarnición de Gibraltar y los vecinos de aquella ciudad se ven reducidos a grandes angustias, siendo la mente del Rey Católico sólo impedir, como queda dicho más arriba, la introducción fraudulenta de mercaderías por la vía de tierra, se ha acordado que en estos casos se pueda comprar a dinero de contado en tierra de España circunvecina la provisión y demás cosas necesarias para el uso de las tropas del presidio, de los vecinos u de las naves surtas en el puerto.

Futuras ampliaciones (o en curso) Fuente:www.abc.es
Pero si se aprehendieran algunas mercaderías introducidas por Gibraltar, ya para permuta de víveres o ya para otro fin, se adjudicarán al fisco y presentada queja de esta contravención del presente Tratado serán castigados severamente los culpados. Y su Majestad Británica, a instancia del Rey Católico consiente y conviene en que no se permita por motivo alguno que judíos ni moros habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltar, ni se dé entrada ni acogida a las naves de guerra moras en el puerto de aquella Ciudad, con lo que se puede cortar la comunicación de España a Ceuta, o ser infestadas las costas españolas por el corso de los moros. Y como hay tratados de amistad, libertad y frecuencia de comercio entre los ingleses y algunas regiones de la costa de África, ha de entenderse siempre que no se puede negar la entrada en el puerto de Gibraltar a los moros y sus naves que sólo vienen a comerciar.
Promete también Su Majestad la Reina de Gran Bretaña que a los habitadores de la dicha Ciudad de Gibraltar se les concederá el uso libre de la Religión Católica Romana.
Si en algún tiempo a la Corona de la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender, enajenar de cualquier modo la propiedad de la dicha Ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que se dará a la Corona de España la primera acción antes que a otros para redimirla.


Curiosa redacción. Profética y previsora. Si simplemente hubiéramos forzado desde el primer momento su cumplimiento, otro gallo hubiera cantado allá por nuestras columnas de Hércules[7]Desde hace unas semanas el Gobierno de España está llevando a cabo unas medidas que no son más que el simple cumplimiento de la normativa de la Unión Europea (UE) y, por qué no, una aproximación a lo establecido en el Tratado de Utrecht. No me meto en la oportunidad o intenciones ocultas que puedan tener estas iniciativas (la pestuza de la que hablaba al principio de este artículo yo sigo oliéndola igual...). Analizo el hecho en sí. Aunque a alguno le puedan parecer suaves, son un buen inicio y, en mi no muy reflexiva opinión, el camino a seguir. Vamos a olvidarnos ya de flotas que vienen o se van. Ni nosotros vamos a asaltar la verja ni ellos van a bombardear Cádiz. Las posturas de fuerza pertenecen a un escenario que aunque algún “tertulieta” quiera agitar, son inasumibles entre aliados en OTAN y socios en la UE. Y además, porque si jugáramos a ese peligroso juego, dudo mucho de nuestra voluntad política en el uso de la fuerza, mientras que no me cabe la menor duda de la voluntad de usarla por parte británica.

El Tireless en Gibraltar. FOTO: www.elmundo.es
Tenemos la legalidad de nuestro lado y eso hay que hacerlo valer. Hasta la desprestigiada ONU está de nuestra parte[8]Dialoguemos dónde y con quién hay que dialogar. Si quiere. Pero protejamos nuestros intereses, desde nuestro ecosistema, nuestros pescadores y nuestros comerciantes de la zona hasta nuestro prestigio internacional, sin una voz más alta que otra pero sin una cesión (más) en esas líneas rojas que tantas veces se han cruzado en el pasado. Control de personas, control de mercancías y control de capitales. En mi modestísima opinión, sólo con eso, empezaría a enderezarse la situación. Lejos todavía de una devolución efectiva del territorio a la Corona de España, sí, por desgracia, pero lejos también de la impunidad con la que actúan los gobernantes de “La Piedra” sabiendo que tienen detrás al “primo de Zumosol”, cada vez más venido a menos, eso también es verdad. Pero ojo, en una supuesta escalada, nosotros también podríamos pegar donde más duele en temas como la sanidad, las comunicaciones, el espacio aéreo… Daños colaterales, ya los hay. Honrados trabajadores españoles en Gibraltar o bodegas riojanas y gallegas cuyos caldos son boicoteados en restaurantes británicos (aquí lo tienen fácil, porque la comida y los vinos ingleses se boicotean solos...). Pero creo que hay que perseverar.

Las declaraciones vocingleras del señor Picardo, la petición de
Curiosa foto. El señor Picardo en el funeral de la ex-primer ministro
Margaret Thatcher. Levantando los ojitos detrás del embajador de
España y Dña. Esperanza Aguirre. Fuente:www.horasurdigital.com
observadores del 
Primer Ministro Cameron a la UE (sí, la denostada UE, esa de la que si pudieran se saldrían mañana mismo) y la llamada al boicot turístico de una europarlamentaria británica[9] que seguramente ha paseado alguna vez sus pellejos por alguna playa balear, son pruebas de que hemos pinchado en blando.

Como dijo el clásico: “Ladran, luego cabalgamos”.

Y por si no hubiera quedado claro: ¡Gibraltar español!





[1] Dejo a la sagacidad del lector la comparación del texto actual del artículo 12.2 con el previo, recogido en la Ley 85/1978, de 28 de diciembre, de Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, derogada en 2007. En su artículo 182 decía lo siguiente: Cualquier opción política o sindical de las que tienen cabida en el orden constitucional será respetada por los componentes de los Ejércitos. El militar deberá mantener su neutralidad no participando en actividades políticas o sindicales, ni tolerando aquellas que se refieren al ejercicio o divulgación de opciones concretas de partidos o grupos políticos o sindicales, dentro de los recintos militares. No podrá estar afiliado o colaborar en ningún tipo de organización política o sindical, asistir a sus reuniones ni expresar públicamente opiniones sobre ellas. Creo que era más que suficiente.
[2] Las declaraciones del Presidente de la Generalidad de Cataluña, D. Artur Mas, sobre el hipotético empleo de las Fuerzas Armadas españolas en Cataluña son sólo una prueba de ello.
[3] Nada más un dato: 50.000 sociedades para menos de 30.000 habitantes en 6,8 kilómetros cuadrados. Verde y con asas. Y esta es la parte institucionalizada. El tema del contrabando también es impresionante.
[4] Pérdida de: Menorca, Gibraltar, Sicilia, Sacramento, los Países Bajos, el Milanesado, Nápoles, Flandes y Cerdeña, es decir, la presencia española en Europa. Además y puede que incluso más grave, la concesión a Inglaterra del asiento de negros y el navío de permiso con América, que rompía el monopolio español del comercio con ultramar.
[5] Aunque el balance no fue del todo negativo ya que se recuperó Menorca y La Florida.
[6] Como aquel politicucho que en el 500 aniversario pedía perdón, pública y oficialmente, por la Colonización de América. Por cierto, como todo los mediocres en este país, ha creado escuela y ahora son legión los que repiten la cantinela. ¡Qué penita!
[7] Calpe y Abila, límite del mundo conocido. El Non Terrae Plus Ultra de los romanos. La primera en Gibraltar y la segunda, pese que le duela a Marruecos, en el monte Hacho de Ceuta. Por cierto, algo de mal fario debió dar poner a Gibraltar el nombre de Tariq ibn Zivad, quien dirigió el desembarco en la Península de las fuerzas del Califato Omeya en el 711.
[8] En 1964, España plantea la situación de Gibraltar ante el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, establecido de acuerdo con la Resolución de la Asamblea General 1514 (XV) siendo adoptadas, desde entonces, por la Asamblea General las siguientes Resoluciones: UNCR 2070, de 16 de diciembre de 1965, UNCR 2231, de 20 de diciembre de 1966, UNCR 2353, de 17 de diciembre de 1967, UNCR 2429, de 18 de diciembre de 1968 y UNCR 3286, de 13 de diciembre de 1974. A través de estas Resoluciones, se insta al inicio de conversaciones entre España y Gran Bretaña para poner fin a la situación colonial de Gibraltar, salvaguardando los intereses del pueblo gibraltareño. Se frena así, especialmente con la citada y primera UNCR 2070, el deseo británico de dar autodeterminación al Peñón de Gibraltar, como una entidad libre y sin estar sometido a la cláusula de la retroversión a España, además de por el Tratado de Utrecht, también y lo que es mas importante en el siglo XXI, de que no puede desmembrarse el territorio de un Estado, por causas de una supuesta descolonización.
[9] Que, por mí, encantado. Como ciudadano no afectado ni para bien ni para mal, que hubiera una limpieza de la panda de borrachos y calentonas que desde las Islas Británicas inundan nuestras playas en verano y se fueran a hacer “balconing”, por ejemplo, a El Cairo, no me importaría nada.