Creo que todos tenemos países que nos “caen” peor o mejor. Los motivos son variopintos: Desde el fútbol, razón mayoritaria en este país, a una experiencia que nos marcó de por vida. Yo tengo especial admiración por cuatro naciones. Son Polonia, Japón, Alemania y China. Es casi envidia sana, no de sus circunstancias históricas, por supuesto, pero sí de su conciencia colectiva. Creo que esa es la clave del encanto que despiertan en mí. En un país esencialmente individualista como el nuestro, ver la forma cómo han afrontado colectivamente situaciones límite produce, al menos en mí, un profundo respeto. Y me mueve a una incómoda reflexión.
En esa caja de galletas de la suerte que es este mundo, le ha vuelto a tocar a Japón comerse la rota. Parece que tener el dudoso honor de ser el único país al que le han escalfado dos bombas atómicas, llevándose por delante a más de 220.000 personas, no es suficiente. Ahora va y le toca un maremoto de grado 9.0 en la escala de Richter. Y encima, como es el país más preparado del mundo para este tipo de contingencias y lo ha soportado bien, la verdadera noticia que parece importar es el “apocalipsis nuclear” con el que amenaza la central de Fukushima.
Si es que no se pueden hacer las cosas bien. Se baraja que Japón tendrá, como consecuencia directa del maremoto, alrededor de 15.000 muertos (8.500 confirmados a día de hoy). Si lo comparamos con los dos antecedentes más recientes —el terremoto de Haití en enero de 2010 (de 7.0 grados y con 316.000 muertes) y el maremoto del Índico en diciembre de 2004 (con una fuerza de 9.1 grados y que provocó, sólo en la Isla de Sumatra, 228.440 muertos)— parece un accidente menor. Encima no hay desórdenes, pillaje, oleadas de refugiados…, hasta en sus muestras de dolor son discretos.
Y mientras, a amplios sectores de nuestra sociedad le importa una higa todo eso. Lo importante, lo verdaderamente importante, es que una central nuclear está seriamente dañada y libera radiactividad al exterior con lo que apuntalan su endeble teoría sobre la inseguridad de la energía nuclear. Pero no quiero desviarme del tema. A esos, ya les pillaré otro día.
Hoy, cuando Japón prácticamente ha desaparecido de los medios de comunicación, sólo quiero acordarme desde aquí de ellos y elevar una de sus oraciones, síntesis del sincretismo que también les adorna:神と仏は、任意の方法でヘルプをしてください (Dioses y Buda, ayudadme de alguna forma).