Foto: www.libertaddigital.com |
He leído que vosotras, miembros[1] de una curiosa asociación denominada “Cuerpos Feministas Laicos”, estáis promoviendo una campaña denominada “Rómpele la cara al Papa”. El “inteligente” acto de protesta, de altísimo riesgo por otra parte, consiste en que la indignada en cuestión imprima una imagen con el rostro de Benedicto XVI, se dirija "a la catedral, iglesia o ermita más cercana" y allí, cámara en mano, se grabe o fotografíe "rompiéndole la cara y gritando bien alto el motivo" por el que destroza la imagen. Impresionante demostración de tolerancia democrática.
Pero, ¿cuál es la finalidad de tanto derroche de valor? Intento ponerme en vuestro lugar, personajes con un porcentaje tan alto de “corchopán” en el cerebro, y no logro encontrar una respuesta convincente. ¿Ofender al Papa? , ¿ofender a la Iglesia Católica? , ¿ofender a los católicos? Si es alguno de estos objetivos, creo que fracasaréis de plano. Si es salir un poquito en los “papeles”, posiblemente lo hayáis conseguido ya, aunque visto el listón en el que está ese dudoso honor en España, tampoco es para tirar cohetes. Porque solamente lograréis cabrear —porque yo me cabreo, que no indigno— a mí y a unos cuanto como yo, católicos mediocres que solamente “creemos en el fervor con el que queremos creer”. Que nos cuesta asumir en toda su inmensidad los hábitos del perdón, de la caridad, de la misericordia. Que poner la otra mejilla nos produce tortícolis y que, en el fondo, nos gustaría ser “masocas” extremos para poder aplicar a alguno lo de “amar al prójimo como a uno mismo”. A los católicos, apostólicos, romanos y practicantes de verdad, los que van a recorrer miles de kilómetros para compartir su Fe con el Santo Padre, a los voluntarios que llevan meses trabajando “a saco” para que todo salga bien, a esos, sólo les produciréis pena. —¡Qué lastimica!, dirán mis compadres murcianos—. Y encima rezarán por vosotras.
Mujer lapidada en Irán (1994) Foto: www.semana.com |
¡Caña a los católicos! Sin embargo, no os he visto manifestándoos en la puerta de las embajadas de cualquiera de los 25 países en los que la ablación genital femenina es legal o los 40 en los que se tolera[2]. No os he visto “gritando bien alto” vuestra repulsa contra las lapidaciones de mujeres en Irán, Sudán u otros países que aplican los hadd de la Sharía[3]. No os he visto quemando burkas, ni en las puertas de las mezquitas protestando contra los que predican la sumisión absoluta de la mujer al hombre. Seguro que tenéis cerca alguna tipo “abierta”[4] en un garaje o local con un Imam salafista. Id un viernes a gritarles, ya veréis qué risas os echáis.
Breivik con el uniforme de masón |
¡Pero qué valientes sois! El mismo valor que Breivik, ese hijo-puta narcisista noruego. Como soy xenófobo y muy machote, me pongo a matar chavales en un campamento juvenil; aviso a la policía cuando termino; y levanto bien las manitas, un cuarto de hora antes de que lleguen, no vaya a ser que a alguno de “gatillo” fácil se le escape un tiro y me prive de mis 21 años, como máximo, en una cárcel de lujo bien enfocada a la reinserción. Ese mierda también buscaba salir en los “papeles”. Odio al moro pero mato blanquitos, no vaya a ser que los otros se enfaden. Sí, igual de “listo” que vosotras y con la misma concepción democrática.
Imagen de San Pedro en el "El beso de Judas", conjunto escultórico de Salzillo. Foto: www.pueblos-espana.org |
Pero, cuidado, que las cosas no salen muchas veces como esperamos. La lectura de los Evangelios siempre me ha dado la impresión de que Simón Pedro, el apóstol considerado primer Papa de la Iglesia Católica, era un poco tosco. Como “nobleza baturra” pero en galileo. Vamos, que era bruto de cojones[5]. Una buena prueba de ello es que, durante la aprehensión de Jesús en el Huerto de los Olivos, le zumbó un mandoble a Malco, uno de los sirvientes del Sumo Sacerdote, que le mandó la oreja derecha de expedición auditiva a vanguardia. Más precisión que Obi-Wan Kenobi. Y porque lo pararon, que si no, estoy seguro de que hubiese montado una a lo “Kill Bill” que se busca la ruina. Así que cuidado con dónde le “rompéis la cara al Papa” que hay mucho “católico mediocre” por ahí suelto.
Por cierto, yo también me llamo Pedro.
[1] Sé que os gustaría que os llamara “miembras” pero, aparte de que me da calambre el teclado cada vez que lo intento, mi mujer —que escribe infinitamente mejor que yo— me mandaría inmediatamente al rincón, de rodillas, con el diccionario de la RAE en una mano y el María Moliner en la otra. Así que hasta que no logréis que don Arturo Pérez Reverte lo proponga desde su sillón en la Academia, no os voy a dar esa satisfacción.
[2] Según Unicef, a día de hoy, han sido mutiladas de esta forma más de 70 millones de niñas y mujeres en todo el mundo. Otras entidades lo elevan a casi 130 millones.
[3] Las hadd son un tipo específico de ofensas castigadas con penas severas, tales como la lapidación, los azotes o la amputación de manos. Las transgresiones incluyen relaciones sexuales fuera del matrimonio (adulterio), acusaciones falsas, beber alcohol, robo y asalto en rutas. La sharía, además, incluye como graves faltas el ser homosexual, la desobediencia de las mujeres hacia la autoridad del padre o el esposo, las relaciones con infieles pertenecientes al mundo no islámico y el no cumplimiento de las normas de vestimenta de las mujeres. En este último caso, las mujeres que lo incumplen se considera inmorales y culpables en caso de violación.
[4] También se las denomina “clandestinas”, aunque no sea un término literalmente correcto, ya que las mezquitas son consideradas “simplemente” lugares para la comunidad, desprovistos de cualquier carácter “sagrado” y que son dedicados como punto de reunión para la oración y la predicación. El problema está en los imames incontrolados que dirigen la oración en ellas y que normalmente tienen tendencias yihadistas.
[5] Pedro es la masculinización de Petra, que en griego significa “Roca”. No piedra, que puede ser pequeña y para la que se utilizaría lithos. Pablo de Tarso le llamaba siempre Cefas, que también significa lo mismo. Según los Evangelios, Jesús, como Hombre sensible que debió de ser, siempre se dirigió a él como Simón, excepto cuando le dijo: “Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces” (Lucas 22,34). Debió hincharle un poco sus sagradas narices. En su desquite hay que decir que antes de unirse a Jesús vivía en Cafarnaum con su suegra en su propia casa (Mateo 8,14; Marcos 1,29-31; Lucas 4,38). Eso desquicia a cualquiera.