El zapador que cae en la alambrada
salvado ha, a cien que van detrás
Ayer murieron y el eco de la explosión ha agitado mi
conciencia, sacándome de mi apatía frente al ordenador. Antonio, Manuel y José
Francisco eran zapadores y legionarios y, por si eso fuera poca carta de
presentación, también desactivaban explosivos. Los zapadores, para aquellos que
no lo sepan, son una “raza” especial. Son, en el combate, la generosidad, el
compañerismo, el valor y el servicio hecho soldado.
y sonriendo al cielo acude a su llamada
mientras sobre él, sus tropas ve avanzar.
Yo, humilde infante, ya los admiraba en aquellos primeros
temas tácticos de fuego real de mi vida militar. Tras el avance, las compañías
de fusiles nos deteníamos en esa última desenfilada antes de las posiciones
enemigas. Recuperábamos el resuello, nos reorganizábamos, cambiábamos el último
cargador y nos preparábamos para el asalto cuando, cubiertos por el humo,
saltaban ellos hacia la alambrada con las pértigas explosivas en la mano. Con
la adrenalina de la juventud militar disparada, poco más hacía falta para
imaginarles corriendo entre las explosiones y los disparos de unos y otros esmerándose por abrir las brechas en una posición herida pero no vencida. Después, el trallazo
atronador y la columna de humo, tierra y restos de alambrada que se levantaba
sobre sus cabezas. “Qué grandeza” –pensaba, mientras agarraba con fuerza mi
cetme listo para iniciar la carrera y limpiar las posiciones enemigas.
Vuela un fortín, sin que nadie lo impida
nadie sabrá que mano lo minó
Con la vista nublada por el sudor y el esfuerzo los veías
a lo lejos, cuerpo a tierra y el brazo al cielo, indicando el camino que
llevaba hacia “donde crecen las cruces de hierro[1]”. Cuando
alguien me habla de los zapadores, esa es la imagen que viene inmediata a mi
mente.
pues entre los cascotes entregó su vida,
vida inmortal del bravo zapador.
Pero los tres suboficiales legionarios que ayer murieron,
lo hicieron
ejerciendo su especialidad de técnicos en desactivación de
explosivos. Los EOD[2],
o los TEDAX, como queráis llamarles, se han ganado su merecido prestigio en
operaciones. Presentes desde el inicio en todos los teatros, ha sido en
Afganistán donde han tenido que emplearse más a fondo. Allí, la amenaza IED
está presente desde el momento en que cruzas la barrera de la base y ellos son
la garantía que acompaña a cada columna.
Bgda. Antonio Navarro |
Cualquier misión, en brecha o alambrada
la cumplirá con fiera decisión
Bgda. Manuel Velasco |
Siempre preparándose, siempre estudiando, siempre
jugándosela, hasta en la instrucción, porque ningún IED[3] es igual
al anterior y la hora de la verdad no da mucho margen para el error. Cuando le
colocas el rodillo al RG-31 para levantar los artefactos de presión, los accionan
por radio o teléfono. Cuando pones inhibidores a los vehículos, vuelven al de
presión o usan de tracción, o magnéticos, o colocan cargas dirigidas en las
cunetas… Y allí siempre están ellos, los EOD, para descubrir la trampa que se
oculta tras lo evidente. Para salvar vidas aun a costa de la suya.
no cesará jamás sin verla realizada
si alienta aún, su noble corazón.
En enero murió en Afganistán el sargento EOD David
Fernández, en febrero del año pasado cinco EOD del Ejército de Tierra y la
Armada saltaron por los aires mientras se adiestraban en Hoyo de Manzanares.
Detrás de la tragedia que suponen todas estas muertes, está, como ya he dicho,
una profunda vocación de servicio.
y así al marchar, la frente levantada
siempre tendrá, el bravo zapador
Mis admirados zapadores han muerto en la Base “Álvarez de
Sotomayor”, la base de la Brigada de La Legión, a escasos kilómetros de sus
casas. Quizás por ello nos ha impactado un poquito más. Somos de memoria débil
y mientras vamos asumiendo las bajas en operaciones hemos querido olvidar que
esta queridísima profesión tiene ese lado oscuro. Estos desgraciados accidentes
nos recuerdan el factor de riesgo intrínseco al ejercicio de la milicia. Riesgo
que hay que minimizar pero nunca rehusar. Instruir, adiestrar, estudiar,
preparar y volver a empezar. Esa es la única forma de arrinconar la fatalidad
que, aún así, siempre llevamos en la mochila. El salto paracaidista, el tiro,
la escalada, el buceo… cuando a estas palabras se le une el adjetivo “militar”,
dejan de ser una actividad más o menos lúdica para convertirse en un tema muy
serio.
Sgto. José Francisco Prieto |
laurel dará al castillo con su invicta espada
gloria será, de España su valor.
Esta semana volveremos a enterrar a tres buenos soldados.
Tres legionarios. Y hoy he querido volver a sentarme a escribir para rendir mi
pequeño homenaje a ellos, transmitir mi más cariñoso abrazo a sus familiares y
amigos, y enviar mi más sincero apoyo a su jefes, compañeros y subordinados de
la Legión. Hoy, de nuevo, la sangre de unos soldados se abre paso, limpia, en
la pútrida actualidad. Descasad en paz, legionarios. Descansad en paz, zapadores.
Descansad en paz, inmortales. Qué así sea.
[1]
Diálogo impresionante de la película La
Cruz de Hierro, dirigida por Sam Peckinpah, en 1977, y protagonizada por
James Coburn, James Mason, Maximilian Schell y David Warner.
[2] EOD: Explosive Ordnance Disposal
[3] IED: Improvised Explosive Device