miércoles, 23 de marzo de 2011

JAPÓN

Creo que todos tenemos países que nos “caen” peor o mejor. Los motivos son variopintos: Desde el fútbol, razón mayoritaria en este país, a una experiencia que nos marcó de por vida. Yo tengo especial admiración por cuatro naciones. Son Polonia, Japón, Alemania y China. Es casi envidia sana, no de sus circunstancias históricas, por supuesto, pero sí de su conciencia colectiva. Creo que esa es la clave del encanto que despiertan en mí. En un país esencialmente individualista como el nuestro, ver la forma cómo han afrontado colectivamente situaciones límite produce, al menos en mí, un profundo respeto. Y me mueve a una incómoda reflexión.


En esa caja de galletas de la suerte que es este mundo, le ha vuelto a tocar a Japón comerse la rota. Parece que tener el dudoso honor de ser el único país al que le han escalfado dos bombas atómicas, llevándose por delante a más de 220.000 personas, no es suficiente. Ahora va y le toca un maremoto de grado 9.0 en la escala de Richter. Y encima, como es el país más preparado del mundo para este tipo de contingencias y lo ha soportado bien, la verdadera noticia que parece importar es el “apocalipsis nuclear” con el que amenaza la central de Fukushima.

Si es que no se pueden hacer las cosas bien. Se baraja que Japón tendrá, como consecuencia directa del maremoto, alrededor de 15.000 muertos (8.500 confirmados a día de hoy). Si lo comparamos con los dos antecedentes más recientes —el terremoto de Haití en enero de 2010 (de 7.0 grados y con 316.000 muertes) y el maremoto del Índico en diciembre de 2004 (con una fuerza de 9.1 grados y que provocó, sólo en la Isla de Sumatra, 228.440 muertos)— parece un accidente menor. Encima no hay desórdenes, pillaje, oleadas de refugiados…, hasta en sus muestras de dolor son discretos.



Y mientras, a amplios sectores de nuestra sociedad le importa una higa todo eso. Lo importante, lo verdaderamente importante, es que una central nuclear está seriamente dañada y libera radiactividad al exterior con lo que apuntalan su endeble teoría sobre la inseguridad de la energía nuclear. Pero no quiero desviarme del tema. A esos, ya les pillaré otro día.

Hoy, cuando Japón prácticamente ha desaparecido de los medios de comunicación, sólo quiero acordarme desde aquí de ellos y elevar una de sus oraciones, síntesis del sincretismo que también les adorna:神と仏は、任意の方法でヘルプをしてください (Dioses y Buda, ayudadme de alguna forma). 

¡Es que hasta para eso son la leche!






















fuente fotos: 1 y 2.- reuters/kyodo, 3.- STR/AFP/Getty images, publicadas en www.theatlantic.com

3 comentarios:

  1. Hace muchos, muchos años, cuando apenas tenía unos pocos más de los que ahora tiene mi nieto mayor, tuve mi "bautismo de fuego" con la Legión Española. En Marruecos, a pocos kilómetros de Tetuán, Dar Riffien, (creo recordar significa en árabe puerta del Riff, pero no me hagáis mucho caso.)
    Septiembre 20, aniversario de la Fundación. Y allí, junto a mi Padre, noté por primera vez, lo que nunca jamás he sentido a lo largo de mi vida, y que traduzco por una emoción intensa,un orgullo, indescriptible, y una sensación en todos mis sentidos de sentirme español de nacimiento, y "Legionario de corazón". Y no me quedo en lo anecdotico que rodea a los Tercios, cabra, virilidad, marcialidad, himnos, o historia de todos y cada uno de los tercios que la componen.
    En mi fue algo más transcendente, algo que entró tan profundo en mi, que, todo su ideario, toda su historia, todo su espíritu me ha acompañado durante todo éste tiempo.
    No se que pasará en otros cuerpos. No me importa. Pero al ponerse por la mañana el uniforme, seguro, que ninguno de los Componentes de la Legión, Oficiales, Suboficiales, y legionarios, en definitiva, la Legión al completo, no tendrá la sensación de ponérselo por rutina, sino por verdadera, vocación, compañerismo, y sobre todo por Amor, con mayúsculas, a España.

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  2. Tendría unos cinco años cuando aquella soleada mañana bajé corriendo los seis pisos que me separaban de ellos. Allí, enfrente del número 49 de la calle General Sanjurjo de Madrid, esperaba La Legión el momento de incorporarse al Desfile de la Victoria. No recuerdo mucho de aquel día. Sólo que mi tío Alejandro me hizo una fotografía encima del carnero con el gorrillo "graciosamente" ladeado. Por desgracia nunca tuve esa foto, pero aquellos "barbudos" me dejaron marcado para siempre. Desde ese momento supe que lo que yo quería ser en esta vida era legionario. Cuando más de 20 años más tarde, era yo el que desfilaba al frente de mi Sección por el Paseo de la Castellana, una congoja acompañaba mi paso. "Dios, soy yo...". Y cuando con fuerza levanté el brazo para saludar a Su Majestad y responder el ¡Viva España! de mi Capitán, una imperceptible lágrima rodó hasta el barboquejo.

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  3. ESTA SEMANA SANTA LOS HE VUELTO A VER POR LAS CALLES MALAGUEÑAS. EN SUS BRAZOS EN ALTO, EL CRISTO DE MENA, EL DE LA BUENA MUERTE, EL DE LA LEGIÓN. Y DE SUS GARGANTAS, AL CIELO LAS NOTAS DE LA"NOVIA....".
    OTRO AÑO, A PESAR DE TODO, LA LEGIÓN Y SU CRISTO HAN VUELTO A PROCESIONAR POR LAS CALLES DE MÁLAGA.
    NO SABEN LOS QUE QUIEREN SUPRIMIR ESTE DESFILE, QUE ES COMO SI A LOS SEVILLANOS LES QUISIERAN ELIMINAR A LA MACARENA, O A LA ESPERANZA.
    LA LEGIÓN, EL CRISTO Y MÁLAGA, DESDE HACE MUCHOS AÑOS, ESTÁN Y SEGUUIRÁN ESTANDO UNIDOS PARA SIEMPRE.......

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