miércoles, 13 de abril de 2011

NO TE SIENTAS VENCIDO

Una vez, joven teniente, hice un curso que me llevó varias veces hasta el límite físico y psicológico (o aquel que yo pensaba que era mi límite). Cuando las fuerzas flaqueaban, cuando el cansancio me nublaba la vista o cuando me sentía al borde del derrumbe, traía a mi memoria un poema que había aprendido poco tiempo antes. No sé por qué, me reconfortaba. Al principio lo recitaba mentalmente casi con rabia. Luego iba perdiendo líneas hasta que, finalmente, sólo quedaba un murmullo, una cantinela que repetía una y otra vez: "No te des por vencido, no te des por vencido". 

El poema era el siguiente:

No te des por vencido, ni aún vencido,

no te sientas esclavo, ni aún esclavo;

trémulo de pavor, piénsate bravo,

y acomete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido,

que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;

no la cobarde estupidez del pavo

que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;

o como Lucifer, que nunca reza;

o como el robledal, cuya grandeza

necesita del agua, y no la implora...

¡Que muerda y vocifere vengadora,

ya rodando en el polvo, tu cabeza!






Años después supe que el autor era Pedro Bonifacio Palacios, nacido en San Justo, provincia de Buenos Aires, Argentina, en el año 1854 y fallecido en La Plata en 1917. Firmaba bajo el seudónimo de "Almafuerte" y fue una pluma rebelde con políticos y caciques locales. El poema es en realidad una estrofa de una poesía titulada Avanti.


Vivimos días difíciles. Cada uno libra su desigual combate contra su Goliat respectivo. Pero ahora más que nunca, cuando parece que todos los frentes están cediendo, hay que repetirse: "No te des por vencido, no te des por vencido".