Sgto. 1º Jaquín Moya Espejo Foto: MDEF |
Encarando
el fusil, cuerpo a tierra y repeliendo el segundo ataque del día junto a sus
compañeros y soldados afganos del kandak[1] al que instruía. Así murió el sargento 1º Joaquín Moya Espejo. Allí, en Afganistán, en la
maldita ruta Lithium, cerca del
puesto avanzado “Bernardo de Gálvez” de Ludina, entre la base española de Qala
i Now y Bala Murghab. Ese infernal trozo que falta por asfaltar de la Ring Road, especie de “circunvalación” afgana y una de las pocas carreteras que puede denominarse como tal en
el país.
Soldado español en Badghis. FOTO F. POOYAA (AP) |
Quien
me haya leído sabe lo que pienso del prestigio y la ejemplaridad en el
ejercicio del mando y esta muerte es la máxima expresión de ambas. El prestigio
que ya tenía el sargento 1º Moya, que se ha multiplicado exponencialmente con
su muerte y la ejemplaridad en su actuación, no sólo ante sus superiores y sus
subordinados, sino también ante los soldados del ANA[2]
a los que estaba instruyendo. De
él han dicho, y escrito está: “Era un toro, un líder nato, uno de esos hombres
que sigues a donde sea. Un perfecto soldado, un perfecto suboficial, un señor
profesional. Uno de esos militares que tienen don de gentes… ¡y eso que sólo
medía 1,65 metros! Pero tenía la talla de liderazgo del gigante humano que era.
Era un ejemplo continuo”[3].
O “parco en palabras, pero rico en hechos, era un verdadero líder al que
adoraban sus hombres y querían sus superiores”[4].
Murió en el helicóptero norteamericano –otra vez los denostados yankees echándonos una mano– que lo
evacuaba al ROLE 2 de Bala Murghab.
“A
España servir hasta morir” era el lema que presidía desde el monte cercano la
Academia General Básica de Suboficiales que vio crecer a Joaquín como cuadro de
mando. Antes, la Brigada Paracaidista, cuna y escuela de excepcionales
militares. También la Brigada Mecanizada “Guzmán el Bueno” X de su Córdoba
natal. Ahora, perteneciente a mis queridos “bizarros” del Regimiento de
Infantería Mixta “Garellano” nº 45, al que pertenecí en su guarnición de Bilbao.
Se alistó, voluntario, para la misión en Afganistán, encuadrado en unos de los
OMLT[5] que se ocupan de la instrucción de los
batallones que deberán hacerse cargo de la seguridad del país; en el caso de
España, en la provincia de Badghis. La labor de estos equipos va más allá de la
simple instrucción en zonas de adiestramiento. El asesoramiento incluye el
acompañamiento del kandak cuando sale
a una misión o se desplaza. Con ellos van sus instructores y, con ellos, sufren
sus mismas vicisitudes. Una labor similar realiza también la Guardia Civil con
las unidades policiales afganas.
Puesto español de vigilancia en Afganistán. FOTO: www.cadenaser.com |
“Mala
suerte”. He leído esta frase demasiadas veces al describir la muerte del
sargento 1º Moya. ¿Es que alguna muerte es por buena suerte? ¿Es que algún
imbécil todavía cree que eso es a lo que vamos a Afganistán, que lo que nos “pone” es el riesgo de
saltar en pedazos o que una bala nos reviente el corazón? No. Tener mala suerte
es ir andando por la Gran Vía y que una maceta te abra la cabeza. Joaquín estaba
donde tenía que estar, hacía lo que le habían ordenado hacer, entró en combate,
le dispararon y le dieron. En el año 2010 han muerto en circunstancias
parecidas 711 militares de ISAF[6].
Hablar de mala suerte es banalizar el trabajo de nuestras unidades allí.
Sí,
ya sé, lo más probable es que fuera una bala perdida que se metió por donde no
debía, disparada por una ametralladora RPK, más que por un AK-47, pero lo más
peligroso es que un francotirador haya disparado a más de 500 metros buscando
la cabeza o el cuello de su objetivo[7].
Precisamente al espacio descubierto entre el casco, el cuello o las partes más
débiles del chaleco. Somos buenos en esto y la experiencia que están cogiendo
nuestras unidades está, sin ninguna duda, salvando vidas. Cada TIC[8]
se analiza y se extraen las “lecciones identificadas” en varios niveles. Así
que no me cabe la menor duda de que, como marca la teoría para un buen planeamiento,
la seguridad de nuestros hombres se está montando para hacer frente a la hipótesis
más peligrosa y, desde el punto de vista del material, se está trabajando ya en
cómo mejorar los puntos más vulnerables de nuestro equipo.
La Ministra impone la cruz al mérito militar con distintivo rojo FOTO: EFE |
Noventa
y siete militares españoles han entregado su vida en la operación ROMEO-ALFA en
Afganistán. Es un número elevado que, en mi opinión, muestra el grado de
compromiso de los profesionales de las Fuerzas Armadas que acuden a esta misión.
Ninguno quería morir, pero allí dejaron lo más valioso que tenían. Y seguiremos
yendo hasta que el Gobierno diga lo contrario. Lo dije antes: somos buenos en
esto y hacemos lo que nos dejan hacer.
“Roto y descalzo, dócil a su
suerte.
Cuerpo cenceño y ágil, tez morena.
A la espalda el morral, camina y
lleva
el certero fusil con mano fuerte.
Sin pan, sin techo, en su mirar se advierte
vívida luz que el camino serena
la limpia claridad de un alma buena
y el augusto reflejo de la muerte.
No hay a su duro pie risco vedado.
Sueño no ha menester, quejas no
quiere.
Donde le llevan va, jamás cansado.
Ni el bien le asombra,
ni el desdén le hiere.
Sumiso, valeroso, resignado,
obedece, pelea, triunfa o muere”[9].
Soldados españoles en Afganistán |
No
quiero (ni debo) valorar comentarios o decisiones políticas. No sé si los
anuncios de repliegue a tres años vista que han realizado los dignatarios de
algunos de los países contribuyentes a la misión de ISAF, incluido España, son
acertados o no. Somos profesionales de la milicia, no de la política. Pero de
lo que estoy seguro es que el último soldado que salga de Afganistán lo hará
con la íntima satisfacción del deber cumplido. Como cuando salimos de
Bosnia-Herzegovina, Kosovo o Irak. Lo que haga o diga el político de turno,
sinceramente, me importa una mierda.
Ha
muerto otro de los buenos. A nosotros, que seguimos aquí en la mediocridad gris
del día a día, sólo nos queda pedirle al Santísimo Cristo del Descendimiento,
cuyo paso tantas veces portó Joaquín, que lo acoja en su seno y conforte a su
familia en estos momentos de dolor. Que así sea.
FOTO: www.intereconomia.com |
[1] Nombre pastún que se le da al batallón en el ANA. Es la unidad básica
y cuenta con unos 600 hombres.
[2] ANA: Afghan National Army
[3] Diario ABC, 7 de noviembre
de 2011.
[4] Diario ABC, 11 de noviembre
de 2011. Teniente general (R) Agustín Muñoz-Grandes Galilea, citando a su jefe
de Batallón, teniente coronel Romero.
[5] Operational Mentor and Liaison
Team: Equipo Operativo de Asesoramiento y Enlace. Fueron militares de una
OMLT los que acompañaron al primer Kandak
formado por España desde el Centro de Entrenamiento Militar de Kabul a Qala i
Now a finales del pasado año: 49 españoles acompañando a 569 afganos, durante
13 días, en un convoy de un centenar de vehículos, que recorrió los 1.300
kilómetros que separan ambas ciudades por el sur.
[6] Fuente: www.icasualties.org
[7] Está claro que no fue un arma de calibre 12,70 o similar (el Barrett que utilizan nuestro tiradores o
los americanos; el M24, también de los americanos; el L115A3 de los británicos;
o el Dragunov de fabricación rusa),
ya que son fusiles con una distancia efectiva de fuego superior al kilómetro y
los destrozos que producen al impactar la munición que usan son enormes. Tema
diferente son las armas de calibre 7,62 o similar, dotadas de visor (caso del Accuracy de las fuerzas españolas o el
SR-25 que usan los americanos). Su alcance efectivo suele rondar los 600
metros. Dado que la insurgencia ha utilizado ya los de 12.70 (por ejemplo: http://kitup.military.com/2010/07/insurgents-using-50-cal-sniper-rifle.html),
no es de extrañar que cuenten con los de 7,62 de fabricación rusa.
[8] TIC: Troops in Contact.
Eufemismo con el que se designa ahora a los combates de toda la vida.
[9] Amós de Escalante (1831-1902). El poema se llama “Nuestro Soldado”.