Sí, se acabó la teoría. Después de casi nueve años pegándome con los ordenadores de los Estados Mayores del Ejército de Tierra y Conjunto, ha llegado el momento de ponerme, de nuevo, al frente de una unidad operativa. Esta vez un batallón, el batallón de Infantería Mecanizada "Cantabria" I/6. El "Heróico". Y el primer hito que todo oficial debe cumplir para hacerse cargo de su unidad es tomar el mando. La toma de mando se produce en un sencillo acto y es siempre un momento lleno de emoción, no sólo por su significado explícito, sino por todas las circunstancias que le rodean, especialmente la presencia de compañeros, familiares y amigos y la alocución que debe pronunciar el mando entrante. En mi caso, como supongo que en el de todos mis compañeros, me tomé muy en serio eso del discurso. Como siempre ocurre en el Ejército, de todo hay "vaca" (nunca sé si es con "v" o con "b" de background, pero el caso es que está ahí) y los discursos no iban a ser una excepción. No me gustó lo que leí. Me parecieron unos discursos llenos de tópicos y frases hechas. Lo que yo quería era dirigirme directamente a mis subordinados y decirles, desde el corazón, lo que quería de ellos y también lo que ellos podían esperar de mí. Nada más... y nada menos. Ahora lo cuelgo aquí, sabiendo que si Dios me permite acabar estos tres años de mando, yo en íntima reflexión y, porque así lo he querido, todos mis subordinados, sabremos hasta que punto he sido capaz de cumplir mi proyecto. No habrá premio ni castigo sea cual sea el resultado, sólo la satisfacción del deber cumplido o la amarga sensación del fracaso.
Servicio, Sacrificio, y si la Patria así lo requiere y Dios lo permite, la
muerte.
Esas son, para mí, las constantes que guían y sostienen el trabajo y la
vida militar. Siempre presentes, fáciles de escribir, fáciles de decir, pero difíciles
de asumir en toda su plenitud. Pero esto no es nuevo para vosotros, componentes
del Batallón de Infantería Mecanizada “Cantabria”. Sé que sabéis lo que implica
el servicio a España, sé que sabéis lo que es el sacrificio, tanto vuestro como
de vuestras familias, y también sé que conocéis el escalofrío que recorre el
cuerpo cuando despides a un compañero caído en acto de servicio. Lo sabéis a la
perfección como unidad excepcional que sois, bregada en los teatros de
Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Irak o El Líbano, pero también en el callado
quehacer diario en territorio nacional.
Parto,
pues, de la seguridad de que todos conocéis esta dinámica, por lo tanto, no
esperéis grandes cambios. No os voy a pedir nada que no os hayan exigido ya los
jefes que me han precedido. Nada que no esté ya perfectamente asumido en los
genes de esta unidad. Así, me gustaría que retuvieseis ésta como la primera
seña de identidad de mi periodo al frente del batallón: Servicio a España, sin
dudas, ni egoísmos, ni cicaterías. Servicio a España por encima de todo y que
se convierte en sacrificio cuando se realiza en contra del interés individual
o, incluso, del de la propia unidad. Servicio a España, que tiene su máxima
expresión, Dios no lo quiera, en el sacrificio de la propia vida. El lema de nuestro
regimiento nos lo recuerda sin un atisbo de duda o vacilación: Ante todo: España; sobre todo: España; siempre:
España.
Esa predisposición al servicio no es más que la
constante preocupación por nuestra instrucción, por nuestro adiestramiento y
por el mantenimiento de los vehículos, el armamento y el material que el
Ejército pone bajo nuestra responsabilidad. Pero si ese celo de soldado debe
ser factor común de todos los miembros del batallón, más importante aún es la
preocupación constante que todos aquellos con responsabilidades de mando deben
tener por sus subordinados. Desde el teniente coronel jefe del batallón al cabo
jefe de escuadra. Somos Infantería, Infantería española, la mejor Infantería
que han visto y verán los ejércitos del mundo, y aquí,
lo más importante, es el infante. Es el bien más preciado y a él se
subordinan tecnología y medios. Sólo el bien común puede relegarlo a un segundo
plano.
Por eso quiero detenerme ahora un poco más en aquellos
que ejercéis el mando en el batallón. Mis capitanes, mis jefes de sección y de
pelotón… incluso vosotros, mis queridos cabos jefes de escuadra. Prestigio,
ejemplaridad, templanza, iniciativa, resolución… Eso es lo que espero de
vosotros. Aprended a interpretar el propósito de vuestro jefe directo más allá
de sus palabras. Ante la duda o la ausencia de órdenes pensad, analizad rápido
la situación y actuad, porque estáis preparados para ello. Con responsabilidad,
porque cuentas se nos pedirán siempre de nuestras acciones u omisiones, pero
actuad. No decidir es siempre la decisión equivocada. Aprovechad aquellos momentos del adiestramiento en los que las
consecuencias de los errores se minimizan, para redoblar vuestra audacia. La
confianza que obtengáis hoy, podrá salvar vidas mañana.
Pero todo este trabajo sólo puede dar buenos frutos si
las relaciones que se establecen en el batallón están presididas por la
lealtad. Lealtad, que es siempre un camino de doble dirección, no sólo entre
jefe y subordinado, sino también entre compañeros de empleo. Lealtad, que no
debe confundirse con el servilismo hacia el jefe, con el paternalismo hacia el
subordinado o con el falso compañerismo entre iguales. Lealtad que se refuerza
y se complementa con la necesaria disciplina que debe imperar en toda unidad militar.
Es la lealtad la que nos ayuda a cumplir con nuestra obligación, a ser
disciplinados, cuando el proceder del mando no nos es grato o llevadero. Es la
lealtad la que nos permite hablar claro y franco tanto a nuestros superiores
como a nuestros subordinados sin que nada se espere del favor ni se tema de la
arbitrariedad; porque es esa lealtad una de nuestras características como soldados.
Esta es la segunda seña de identidad que me gustaría recordarais. Sois, a
partir de hoy, mi batallón, mi gente, si me permitís la expresión, y con la
lealtad y la disciplina de la que os he hablado, me tendréis siempre, en mi
puesto al frente de todos vosotros y dispuesto a apoyaros.
Asumo el mando del batallón en un cambio de ciclo tras
la misión en El Líbano. También nuestro Ejército entra de lleno en un periodo
de transformación. El cambio previsto en la fisionomía de nuestras brigadas no
ha dejado indiferente a nadie. La versatilidad quiere ser el sello distintivo
de las unidades que surjan de esta transformación y exigirá un importante
esfuerzo a muchas de ellas. Pero nada de esto debe alteraros lo más mínimo
porque el "Cantabria" ya es ejemplo de versatilidad y polivalencia.
Somos capaces de combatir sobre nuestros PIZARROS y,
si es necesario, desembarcar de inmediato, combatir a pie, embarcar de nuevo y
continuar la acción sin interrupción alguna. Somos capaces, y así lo habéis
demostrado, de desplegar en operaciones y operar con vehículos como los RG-31,
los LMV LINCE o los BMR, porque sólo nos supone la transición de un complejo sistema
de armas como es el PIZARRO a un vehículo más sencillo, cuyo cometido principal
es el transporte. Somos capaces, en fin, de subirnos en un avión, en un
helicóptero o embarcarnos y desplegar allí donde se requiera, y operar como una
unidad puramente ligera, porque forma parte intrínseca de nuestro
adiestramiento. Somos la versatilidad hecha unidad, porque cuando el
adiestramiento termina para una unidad ligera, a nosotros nos queda el
adiestramiento de nuestras tripulaciones. Porque cuando el adiestramiento termina
para las tripulaciones de nuestro queridos compañeros acorazados, a nosotros
nos queda el adiestramiento como unidad desembarcada.
Tampoco esto es una novedad. El general de la Brigada,
a través de su Programa Anual de Preparación, deja claro lo que espera de
nosotros:
Debemos estar preparados para ser empleados con un
preaviso extremadamente corto, sin una preparación específica para la
operación, en un terreno, un ambiente y un adversario desconocido o
parcialmente desconocido y en un teatro de operaciones que puede estar situado
a gran distancia del territorio nacional.
Para cumplir esta orden solo hay un camino: la
instrucción y el adiestramiento intenso y constante. Y eso haremos. Progresivamente,
sin prisas, pero sin pausa.
También sabemos que no podemos combatir solos. Necesitamos,
cada vez más, contar con apoyos y capacitadores. Por ello, tendremos que progresar
en la integración con los carros de combate, en el empleo de Observadores
Avanzados de Artillería, de Controladores de Fuegos Aéreos o de Zapadores y
asumiremos, muy a menudo, el vital refuerzo en abastecimiento y mantenimiento del
Grupo Logístico.
Pero, previo a todo esto, está la instrucción individual,
como combatiente, de cada uno de nosotros. De todos y cada uno de nosotros, porque
el fuego enemigo no sabe de estrellas, ni de galones. Una buena preparación
física es la base sobre la que se construyen las primeras capacidades
individuales que todo soldado debe poseer y mantener vivas. Sobre ellas,
seguiremos trabajando la especialización, que es la que verdaderamente da valor
añadido a la unidad. Todos somos piezas necesarias del engranaje que hace que
el batallón sea la unidad de combate que debe ser. Y junto a toda esta
preparación física, táctica y técnica, fomentaremos y prestaremos especial
atención a los valores morales –que son los que guían nuestra conducta y nos
diferencian de una banda de mercenarios–, a las manifestaciones externas de
disciplina –individuales y también colectivas–, y al conocimiento de nuestro
historial, la cohesión y el sentido de unidad.
No me olvido hoy de mis queridos especialistas. Sé el
peso que tenéis en una unidad mecanizada y recuerdo las veces que, en
anteriores destinos, me habéis sacado de situaciones comprometidas en
operaciones y ejercicios. Las actividades de mantenimiento son una parte
esencial de la instrucción y el adiestramiento, no algo que sirve para rellenar
tiempos muertos. No pueden llegar a vuestras manos averías provocadas por un
deficiente mantenimiento de primer escalón.
También espero de vosotros un adecuado nivel de adiestramiento
en aquellas tareas tácticas que os competen, como parte de una unidad de
combate que sois.
Creo que, a lo largo de estos minutos, he dejado claro
que cuando hablo de empleo del batallón, de instrucción y adiestramiento, estoy
hablando de combate. Porque la vocación de una unidad mecanizada como esta es
el combate. La dura preparación para la situación más exigente, que jamás debe
desaparecer de nuestro horizonte, lleva siempre aparejado el éxito en las
situaciones que no lo son tanto, como habéis demostrado repetidas veces. La
preparación del batallón será lo más parecida posible al modo en el que va a
combatir, con una sola premisa: Ningún ejercicio en tiempo de paz vale la vida
de un soldado. Esta es la tercera seña de identidad que quiero dejar clara hoy.
En el marco y con las directrices del Regimiento y la Brigada en la que estamos
encuadrados, el batallón buscará que su preparación esté dirigida y se asemeje
lo más posible al combate, en el sentido más amplio de la palabra y en todos
los escenarios a los que podríamos enfrentarnos.
Así que trabajaremos al máximo, como siempre lo ha
hecho este batallón, con el sólo propósito de estar en las mejores condiciones
de servir a España allí dónde se requiera y con la satisfacción del deber
cumplido como único anhelo. Trabajaremos con todos los problemas que tienen y
que puedan tener nuestros vehículos, con la disponibilidad de personal, carburante,
munición y créditos que el mando determine, con el firme propósito de apurar al
máximo las posibilidades que todo ello nos brinde y con el deseo de ser
empeñados en las situaciones de mayor riesgo y fatiga. Deseo que expreso en
este mismo momento frente a nuestro coronel y con la lealtad y el respeto que
debo a nuestro batallón hermano.
El gran día de Gerona de Ramón Marí Alsina. El 26 de junip de 1809 el Regimiento Saboya rompió el cerco, francés de la ciudad para entrar en ella y ayudar a su defensa. |
Quiero hacer mención también al regimiento en el que
estamos encuadrados. El regimiento de Infantería Mecanizada "Saboya" número 6, el "Terror", bonito sobrenombre para un regimiento. Pocas unidades pueden contar con
un historial tan impresionante como el del Saboya. Tenemos la responsabilidad
de recordar, honrar y engrandecer el legado de aquellos que nos precedieron en
los casi 500 años que han transcurrido desde su creación en 1537. Los que
combatieron en los campos de Italia, Flandes, Sicilia, Orán o Argel. En los
sitios de Gibraltar, la recuperación de Menorca, en Barcelona, Cuenca, Badajoz,
Ceuta, Melilla o el Protectorado. En Méjico, Cuba o Perú.
Nadie mejor que un saboyano, el teniente
coronel Francisco de Villamartín, expresó, en 1862, la responsabilidad del
militar ante un futuro siempre incierto y ante el legado que recibe de Historia.
Decía así: Llegará un momento, no sabemos cuando, no sabemos por qué, en que
seremos llamados a resolver una difícil cuestión de vida o muerte para la
patria, y la resolveremos, porque cuando el destino decreta no hay fuerza
humana que se oponga a la corriente de los sucesos impulsados por la mano de
Dios.
Que la
joven generación se persuada de lo mismo, que espere días de prueba, que temple
su alma con el estudio y las virtudes para poder arrostrar de frente el peligro
mostrando al mundo que somos los vencedores del Garellano y los vencidos de
Rocroi, y cuando llamemos a la tumba de los héroes que en aquellos campos
murieron, “Nos habéis dado una patria” –les diremos. “Nosotros la hemos
engrandecido, tenemos derecho a dormir a vuestro lado”.
Componentes del Batallón “Cantabria”, asumo hoy el
mando con la humildad de quien lleva tiempo alejado del barro, con la humildad
de quien nunca sirvió en las filas de la Brigada “Extremadura” XI. Tomo hoy el
mando y asumo la enorme responsabilidad que supone ponerme al frente de un
grupo excepcional de guerreros como vosotros. Al frente de una de las mejores
unidades que existe, y lo es, porque, como dije antes, está formada por
soldados españoles y más aún, por infantes. Con la responsabilidad que supone
haber sido elegido por el Mando frente a compañeros, frente a amigos, al menos
tan válidos como lo pueda ser yo, para ejercer este importante cometido. Pero
tomo hoy el mando, también, con todo el derecho que me otorgan 25 años de
servicio a España y a nuestro Ejército en las filas del Tercio “D. Juan de
Austria” 3º de la Legión, del Regimiento Mecanizado “Asturias” 31, del Mando de
Operaciones Especiales, del Regimiento de Infantería “Garellano” 45, del Estado
Mayor del Ejército y del Estado Mayor Conjunto. Sin pedir ni rehusar. Días
felices, por qué no, pero días llenos también de sacrificio, de sudor, de
esfuerzo, de cansancio, de sinsabores, de frustración, de jornadas
interminables y de trabajo duro que hoy, aquí, tienen su recompensa. Tomo hoy
el mando, en fin, con la misma ilusión con la que un día inicié mi andadura
como oficial en la 49 promoción de la Academia General Militar. Sólo pido a la
Inmaculada que me proteja y ayude en esta nueva etapa.
Ahora, queridos componentes del Cantabria, ya sabéis lo qué podéis esperar de vuestro teniente coronel.
(FIRMES)
Y, por primera vez al frente de vosotros, gritad
conmigo: ¡Viva España!, ¡Viva el Rey! ¡Viva el Ejército!
SOLAMENTE QUIEN SIENTE A ESPAÑA, SOLAMENTE QUIEN AMA EN SU MÁS AMPLIO SENTIDO AL EJERCITO, SOLAMENTE QUIEN SIENTE EL ORGULLO DE SABERSE SOLADO ESPAÑOL, PUEDE EXPLICAR LO QUE SE LLEVA DENTRO.
ResponderEliminarY LOS QUE TENEMOS LA DICHA, DESDE LA BARRERA, DE VER LO QUE ES, LO QUE REPRESENTA, Y LO POCO QUE SE LE CONOCE AL EJERCITO ESPAÑOL, QUISIERAMOS QUE ESTA PRESENTACION SE CONOCIERA EN TODA ESPAÑA.
GRACIAS POR ESTAR, POR SER, Y POR CREER.....
UN ABRAZO FUERTE.
Gracias padre. Como siempre eres y estás el primero a mi lado. Como dije el día de la toma, soy la persona que soy gracias a vosotros dos, y si no hay una buena base de valores como individuo, difícilmente se puede moldear un buen militar. Un abrazo
ResponderEliminarAún recuerdo el día que caí en ésta, su trinchera. Era un día de esos, nublado, de esos días en que las dudas vocacionales minan nuestra profesión y te hacen preguntarte si es la pasividad y el dejarse llevar es la solución a nuestros berrinches por no entender este concepto de "profesional".
ResponderEliminarEs aquí donde he encontrado un lugar para tomar aliento y seguir, cada día con más ganas, intentando ser ejemplo para los soldados a los que sirvo.
Ahora desde Melilla, cuna de grandes gestas, le quiero dar mi más sincera enhorabuena. Creo que sus subordinados tienen el derecho de tener un jefe de unidad como Vd. Estoy seguro que sabrá guiarlos en ésta vocación y borrará esas dudas que un día me abordaron y que en su trinchera se disiparon.
Que Dios le bendiga y enhorabuena.
Siempre a la orden de Vd.
Blanco
Queridísimo Blanco, muchas gracias por tu mensaje, que me emociona. Si con este blog consigo dar aliento a uno solo de nuestros militares, ya consideraré como bien empleado el tiempo invertido en escribirlo. Tengo un enorme reto por delante, rodeado de unos cuadros de mando y tropa excepcionales en su gran mayoría. Sólo espero estar a su altura y que al finalizar mi fugaz periodo de mando pueda mirar atrás con la satisfacción del deber cumplido. Como militar, como católico y como español. Cuidate mucho en ese rinconcito maravilloso de España y espero, algún día, coincidir contigo y hablar de esta vocación que nos une. Un abrazo fortísimo.
ResponderEliminarPedro