ROCROI, EL ÚLTIMO TERCIO. DE AUGUSTO FERRER-DALMAU FOTO: www.ferrerdalmaunoticias.blogspot.com |
No sé lo que pasaba por la mente de Luis de Oteyza[1] cuando escribió su poema “La vuelta de los vencidos” pero siempre he terminado su lectura con cierto desasosiego. Como soldado, disfruto de la Historia militar, especialmente la española. La narración de nuestras victorias e, incluso, de nuestras derrotas, siempre que aparezcan en ellas destellos de heroísmo, me hacen sentir un profundo orgullo de ser lo que soy. Me da igual si se trata de un cabo y cuatro “gorilas” en un “blocao” en mitad del Rif o de todo un ejército en los campos de Rocroi. En ambas situaciones, simple victoria o derrota heroica, e independientemente del número o tamaño de la unidad, veo implícitas gran parte de las virtudes militares, colectivas e individuales.
PRISIONEROS ALEMANES DURANTE LA 2ª GM |
Sin embargo, la derrota gris; la retirada, que no el repliegue, no confundamos los términos[2]; la rendición o la capitulación, son situaciones que, desde mi punto de vista y espero no experimentarlo nunca, deben marcar de por vida a un militar. Máxime cuando tu posición te convierte en un simple “soldado de línea”, peón sacrificable en pos de una decisión estratégica, política o, simplemente, de un cúmulo de desgraciadas circunstancias.
El poema en cuestión dice así:
"Por la estepa solitaria, cual fantasmas vagarosos,
abatidos, vacilantes, cabizbajos, andrajosos,
se encaminan lentamente los vencidos a su hogar,
y al mirar la antigua torre de la ermita de su aldea,
a la luz opalescente que en los cielos alborea,
van el paso retardando, temerosos de llegar.
Son los hijos de los héroes que, en los brazos de la gloria,
tremolando entre sus filas el pendón de la victoria,
regresaron otras veces coronados de laurel.
Son los hijos, la esperanza de esa raza poderosa
que, los campos fecundando con su sangre valerosa,
arrastraba siempre el triunfo amarrado a su corcel.
Son los mismos que partieron entre vivas y clamores,
son los mismos que exclamaron: ¡Volveremos vencedores!…
Son los mismos que juraban al contrario derrotar,
son los mismos, son los mismos, sus caballos sudorosos
son los potros impacientes que piafaban ardorosos
de los parches y clarines al estruendo militar.
Han sufrido estos soldados los horrores de la guerra,
el alud en la llanura y las nieves en la sierra,
el ardor del rojo día, de las noches la traición;
del combate sanguinario el disparo, la lanzada
—el acero congelado y la bala caldeada—
y el empuje del caballo y el aliento del cañón.
Pero más que esos dolores sienten hoy su triste suerte,
y recuerdan envidiosos el destino del que muerte
encontró en lejanas tierras.
Es mejor, mejor morir,
que volver a los hogares con las frentes abatidas,
sin espadas, sin banderas y ocultando las heridas,
las heridas que en la espalda recibieron al huir.
A lo lejos el poblado ya percibe su mirada:
¿Qué dirá la pobre madre? ¿Qué dirá la enamorada
que soñaba entre sus brazos estrecharle vencedor?
¿Qué dirá el anciano padre, el glorioso veterano,
vencedor en cien combates? ¿Y el amigo? ¿Y el hermano?
¡Callarán avergonzados, si no mueren de dolor!…
Y después, cuando a la lumbre se refiera aquella historia
del soldado, que al contrario disputando la victoria,
en los campos de batalla noble muerte recibió;
y los viejos sus hazañas cuenten luego, entusiasmados,
se dirán los pobres hijos del vencido, avergonzados:
¡Los valientes sucumbieron y mi padre regresó!…
Tales cosas van pensando los vencidos pesarosos,
que, abatidos, vacilantes, cabizbajos y andrajosos,
caminando lentamente, se dirigen a su hogar;
y al mirar la antigua torre de la ermita de su aldea,
a la luz opalescente que en los cielos albores
van el paso retardando, temerosos de llegar."
MILITARES ESPAÑOLES EN CUBA. 1898 FOTO: www.kalipedia.com |
El poema refleja, para mí, todo aquello que no querría sentir jamás. Todos los miedos, terrores más bien, que pueden adornar mis peores pesadillas de soldado. Pero no sólo me incomoda la lectura del fracaso profesional que refleja en los vencidos, sino también el ver cómo sus circunstancias, buscadas o impuestas, les conducen a un fracaso mucho peor, el social, familiar y personal. Son, sin duda alguna, coletazos de actitudes vividas en otros tiempos y ya espero que desaparecidas, pero que siguen indelebles en la memoria colectiva de nuestras Fuerzas Armadas. Sería fácil recurrir al ejemplo norteamericano de Vietnam pero, si tuviera que ponerme a escribir sobre ello, hablaría del trato que nuestra sociedad dio a los veteranos del llamado Desastre del 98.
FOTO: www.faabis.com |
Por ello, por el maltrato moral que conlleva, me subleva cuando alguien quiere colocar a nuestros militares, colocarnos, injusta y gratuitamente en esa posición de derrota. Intentar que sintamos la sensación del vencido aún sin serlo. Gente que se considera por encima del bien y del mal, que desconocen el mundo de la milicia y lo que significa la disciplina en su acepción más amplia. Gente que emplea la terminología alegremente, sin tener en cuenta que no somos mas que ese “soldado de línea” del que hablé antes.
LEGIONARIOS EN IRAK. 2004 FOTO: www.elpuercoespin.com.ar |
La última vez que me acordé de “la vuelta de los vencidos” fue cuando, en abril de 2004, los titulares de todos los medios de comunicación no hablaban de otra cosa que no fuera “la retirada de las tropas españolas de Irak”. Esa omnipresente palabra, retirada, que, sin embargo, en ningún momento fue utilizada por el presidente del Gobierno en su comunicado oficial[3], me hacía hervir la sangre. Los que allí estuvieron, les gustara o no la decisión adoptada por el gobierno entrante, cumplieron su cometido y se replegaron, aunque yo simplemente diría que “volvieron a casa”, sin una mácula de deshonor. Muy al contrario, su trabajo fue excepcional porque, como he dicho muchas veces, “somos buenos en lo nuestro” y especialmente cuando nos dejan hacer. No me gustaron las declaraciones de determinados altos cargos militares que, en mi opinión, rompieron la neutralidad de las FAS, bien situadas al margen de la “reyerta” política que se montó tras hacerse pública la orden de regreso. Tuvieron su premio de “estómagos agradecidos”; allá ellos con su conciencia.
SOLDADO ESPAÑOL EN AFGANISTÁN FOTO: www.diarioya.es |
Ahora, la misma canción se repite sobre Afganistán. El mismo cuidado desde el Ministerio de Defensa en no pronunciar la palabra “retirada” o, incluso, “repliegue”, pero el mismo aluvión de titulares en los medios. Por eso quiero desde aquí, dos años antes de que pueda producirse el anunciado cierre total del escenario afgano, con la misma antelación con la que la clase política ha decidido hacer su anuncio, dejar claro (o, quizás, dejarme claro) que no hay “vuelta de los vencidos” que valga. Volveremos a casa, otra vez, con la cabeza bien alta y la íntima satisfacción del deber cumplido.
[1] Luis de Oteyza nació en Zafra (Badajoz), en 1883, y murió en Caracas, exiliado tras la Guerra Civil, en 1961. Fue periodista, escritor y poeta. Ideológicamente se le puede definir como republicano de izquierdas y anticlerical.
[2] Según la Doctrina de Empleo de las Fuerzas Terrestres (Edición 3ª) de 2003, la retirada es la operación retrógrada que se emprende cuando una fuerza propia rompe intencionadamente el contacto con el enemigo y marcha hacia retaguardia, alejándose de él. El repliegue, en cambio, es un movimiento hacia retaguardia llevado a cabo por fuerzas que no están en contacto con el enemigo. Intentaré explicar lo que quiere decir este críptico y a veces enrevesado lenguaje militar. La diferencia entre ambas acciones está en el contacto, o no, con el enemigo. Es decir, la retirada nos la impone el enemigo, bien porque nos impide alcanzar nuestro objetivo, bien porque no nos permite mantenerlo si lo hemos alcanzado o bien porque nos coloca en una situación insostenible desde el punto de vista operativo o logístico. Con el repliegue buscamos voluntariamente situar nuestras fuerzas en una mejor posición para operaciones futuras o adaptar el despliegue a una nueva situación.
[3] En el texto, leído por el entonces presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero el 19 de abril de 2004, se utilizaban principalmente las expresiones “vuelta a casa” y “regreso de las tropas”. Después de esta primera declaración, sí se utilizó por parte de nuestros políticos la palabra retirada en varias ocasiones. Una irresponsabilidad, pero que ya no sorprende a nadie, viniendo de la “casta” de donde viene.
Sólo los que no saben de Historia, solo los que, como en economía necesitarían, no dos tardes, sino dos vidas, para saber lo que fue, es, y serán los Ejércitos de España, pueden ser tan irresponsables como el señor que mal nos gobernó durante siete años. Y hablar, como tantos otros, de lo que no saben, ni conocen.
ResponderEliminarLos "vencidos" son los que no han "ido", los que desde la comodidad de sus despachos, juegan a ser políticos, sin saber de la misa la media.
Pobre España, y cómo dijo aquel: Que buenos vasallos si hubiésemos buen Señor" (Que tampoco).
para ser vencido tienes que pelear (jugar, participar, etc) sino nunca sabran los que no lo hacen que es ser vencedor o vencido, es muy facil criticar a quien pierde y glorificar a quien gana desde el sillon de casa, pero los sufrimientos de unos y otros solo lo saben ellos, los que participan
ResponderEliminarTú lo has dicho Manu. Ahí que pringarse para saber. Hay que pasar miedo, para saber a qué huele (normalmente a orín y excrementos...) y en una derrota digna pueda existir más honor que en muchas victorias. En cualquier caso, si ya de por sí la clase política española me asquea hasta la nausea, cuando se meten a pontificar sobre la Milicia me causan una repulsa aún mayor.
ResponderEliminarUn abrazo y cuídate en el Índico